El NORTE, EL SUR Y EL NOSOTROS. En el 29º Aniversario del Martirio de Monseñor Romero.

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El NORTE, EL SUR Y EL NOSOTROS (En el 29º Aniversario del Martirio de Monseñor Romero)

Hablar del norte y del sur, no es solamente hablar de dos puntos direccionales. Es hablar de una sociedad a la que socio-económicamente se le divide en estos dos grandes bloques. El Norte es el bloque de los países llamados del “primer mundo”, la mayoría de ellos se ubican geográficamente en el norte del continente de América y en Europa, que está al norte de África, Asia y Oceanía, quizá alguno escape geográficamente a esta categoría, pero se considera aquí no sólo por razón de ubicación sino en razón de sus características socio-económicas. El Sur es el bloque de los países llamados del “segundo, tercer, y hasta cuarto mundo”( 1 ) Son los países , en su gran mayoría ubicados al sur, pero al igual que los anteriores no son del sur esencialmente por su ubicación geográfica sino también por su ubicación socio-económica.


Hablar del Norte y del Sur, por tanto, es hablar de la brecha entre riqueza y pobreza. Es hablar de “los de arriba” y de “los de abajo”. No por nada se ha llegado a decir de que nuestras sociedades sean sociedades duales( 2 ).Hablar del Norte y del Sur es hablar de ayuda, de cooperación, de condonación; pero ayuda, cooperación y condonación que dejan bien parados a unos, pensando que su apoyo es caridad, cuando en gran parte la ayuda brindada es a costa de los mismos a quienes ayudan. Es más, en ocasiones la ayuda no es suficiente cuando el problema es intrínsecamente profundo y estructural. Una enfermedad no se quita aliviándola, se quita eliminando lo que provoca la enfermedad, y aquí la enfermedad a quitar es el egoísmo, porque entre más apoyo se de al final la ayuda no soluciona el problema si siempre existe el egoísmo, la situación se aliviará un poco o momento pero se volverá a caer en ella. Por eso hablar del Norte y Sur es hablar también de indiferencia, opulencia, falta de empatía, dolor, angustia, tristeza y hasta muerte.


Monseñor Romero fue una voz que invitaba a ir eliminando el egoísmo, fruto inmediato del pecado de soberbia.

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