miércoles, 11 de febrero de 2009

Cómo evitar el desánimo

Cómo evitar el desánimo
POR PEDRO J. BELLO GUERRA.
Periódico AM Queretaro 090508

Estando en una cena, en una boda, empezó nuestra conversación positivamente, pero conforme la fiesta avanzaba, la gente tocaba los temas actuales: el problema de la violencia, la inseguridad, el desempleo y todo por lo que está pasando en nuestro país; y ese ambiente festivo se fue convirtiendo en un ambiente negativo, agrio y que hasta al más positivo desanimaba, en ese momento Ana, una muchacha de 18 años, guapa, inteligente y entusiasta, nos platicó que también sus compañeros de escuela estaban desanimados, ella quería ser escritora de profesión, iba a estudiar letras españolas como carrera y le gustaba escribir, todos estábamos escuchándola, no sé si por lo agradable que era o porque nuestro ánimo estaba en el suelo y ella con su sonrisa, entusiasmo y ganas de levantarnos, nos infundía lo que necesitábamos en ese momento.



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Continuó la conversación hasta que nos confesó que había escrito un pequeño ensayo sobre el desánimo y la forma de combatirlo, le preguntamos si lo traía con ella, nos dimos cuenta que no porque con su atuendo llevaba una bolsa minúscula donde creíamos que no cabía nada, pero es increíble y todos lo hemos constatado la maravilla que es la bolsa de una mujer, lleva consigo todo y está llena de sorpresas. Pero Ana dulcemente nos dijo que se lo sabía de memoria y todos le pedimos que nos contara la historia y esto es lo que Ana nos dijo:
"En un lejano poblado de África, un misionero descubrió sorprendido que un beduino tenía un comportamiento sumamente extraño que le llamó la atención de sobremanera porque a diferentes intervalos de tiempo, el hombre se tendía completamente en el suelo tocando con su cuerpo la tierra y colocaba su oreja sobre la arena del desierto.
Asombrado, le preguntó el misionero: "
-¿Qué haces?
El hombre del desierto se levantó con mirada llena de seriedad, reflexionó unos minutos y explicó:
- Amigo, escucho al desierto que llora. Llora porque quería ser un jardín.
En ese momento, todos fijando la mirada en Ana que estaba como en trance, la escuchamos decir las siguientes palabras que ponía en boca del beduino refiriéndose al desierto y comparándolo con nuestro mundo lleno de ánimo y desánimo:
- ¿Cómo pretendes que te hable de lo que siente el desierto este mundo nuestro? No lo puedo expresar con palabras. Debo vivirlo y basta.
Quisiera gritarlo. En la calle, en el metro, a cualquier lugar al que voy: la indiferencia, el desprecio, el desánimo, la tristeza, la rabia que se apodera de todos, que nos quisiera destruir para siempre.
- A veces pensamos que si ese es el rostro de Dios, preferimos ser paganos. Pero entonces me invade una grata sensación de paz, sé que Él existe en el mundo de los hombres y que eso nos da la fuerza de cambiarlo todo, porque el desánimo se combate con una sonrisa, con una mirada llena de cariño, con un: "sigue adelante, que yo estoy contigo"; todo esto nos da la capacidad de encender una estrella en el corazón de un niño, de un pobre, de un anciano, de cualquiera de nosotros.
- Y todas esas estrellas que producimos con nuestra alegría y actitud positiva, dispersa y esparcida por el mundo, terminarán un día por encender el universo. En un gran fuego de amor y alegría donde brillará el rostro de Dios gracias algunos.
- Hay que tener confianza en esos hombres buenos, positivos, alegres y seguirlos, porque así seremos como ellos y el desierto como nuestro mundo, volverá a florecer.
Ana terminó y a todos nos invadió un sentimiento de confianza, aliento, de lucha, de esfuerzo y pensé en aquellos discursos de Enrique V a sus soldados o las arengas que vimos en la película del gladiador antes de la batalla.
Gracias Ana por tus enseñanzas, es increíble tu sabiduría siendo tan joven. A veces los mayores creemos que no podemos aprender de la juventud y en nuestra mesa, Ana nos demostró que tenía muchas cosas que enseñarnos.
Ana, cuando leas este artículo debes saber que con tus palabras nos has enseñado a combatir el desánimo cambiando nuestra actitud, porque el abatimiento o la depresión son sentimientos inter-nos, muchas veces causados por situaciones reales y difíciles de superar, pero que nosotros mismos debemos cambiar para así a través de acciones concretas construir un mundo mejor lleno de optimismo y alegría.



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