viernes, 5 de marzo de 2010

3º Domingo de Cuaresma

Os colamos, un finde más, la celebración de la Palabra.

Hoy 3º Domingo de Cuaresma.



"Leer más"
Jesús comenta los hechos del día. Cómo interpretar los signos de los tiempos. Lucas 13,1-9 POr Carlos Mester y Equipo.


"Conviértete y cree en el Evangelio"
Introducción

En tiempos de Jesús prevalecía la idea de que al pecado sigue el castigo. Si aparece el mal, castigo en un pueblo, familia o individuo es porque antes pecaron: ¡quien la hace, la paga! Jesús hace lo contrario: exculpa a los pacientes de los daños sufridos y a todos nos invita a la propia revisión y conversión. No somos quienes para juzgar y condenar a los demás: eso pertenece a Dios.. Rompe con el planteamiento tradicional, y acepta que todos somos frágiles y que la vida puede truncarse en cualquier momento. No lanza una amenaza, sino que aprovecha la narración para invitar al arrepentimiento, al cambio de mente y de corazón.

En nuestros días pueden oírse lamentaciones parecidas, o preguntas sin respuesta, que vinculan la acción directa de Dios con las calamidades. En la vida diaria es elocuente la capacidad para enjuiciar con descaro los comportamientos ajenos: Surgen opiniones generalizadas para evitar la crítica de las propias acciones, que lleven a asumir serenamente lo que haya de desorden, egoísmo, error o pasión en las raíces de su conducta personal.

La vid y la higuera tienen en la tradición bíblica un simbolismo especial: Hablan de la relación amorosa del Señor-Dios con el pueblo elegido, y las traiciones e infidelidades que tuvo como respuesta. En la parábola de la higuera se ofrece otra oportunidad para que pueda ofrecer su fruto adecuado: Higos o brevas a su debido tiempo. Curiosamente se subraya que el dueño tan sólo buscaba recoger higos o brevas, y no otra clase de frutas.

No basta con escuchar la Palabra y sentencias divinas, sino que se ha de traducir en cambios prácticos en la vida cotidiana, dando frutos de buenas obras.
Dominicos


P. José Enrique Ruiz de Galarreta, S.J.
Nosotros tenemos la tendencia a pensar que estamos salvados porque hemos tenido suerte, porque Dios nos ha querido más que a otros, porque estamos bautizados, porque tenemos el modo de que se nos perdonen los pecados... Son todo cosas exteriores, que nos vienen de fuera, que no suponen nuestra conversión. Pero pertenecer a la Iglesia, conocer a Dios, participar en la Eucaristía... son la buena tierra, la poda, el riego, el abono de la higuera. Si no dan fruto, no sirve para nada más que "para cansar la tierra". No estamos "salvados"; lo que estamos es bien cuidados, bien abonados, bien podados, bien alimentados... en espera del fruto.

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